DE OTROS AUTORES

Consagración del adiós

Ah, comprender, llegar a comprender
que mientras existimos y temblamos
de amor ante las cosas,
mientras ungimos seres, mundos nuestros
para su adoración, para fijarnos,
para permanecer en todo aquello
que ha de sobrevivirnos en el tiempo,
estamos escribiendo, sin pensarlo,
una ignorada, una fugaz historia
que alguna vez arrastrará el olvido.
Ah, comprender a veces, en instantes
de despiadada lucidez, que todo
lleva el adiós en sí, y sin embargo,
la vida, cuyo pulso denodado
agoniza en nosotros mientras late
con tierna ingenuidad, no se detiene.
Se prolonga en renuevos incontables
por encima del tiempo y de la muerte,
aunque su oscura boca nos devore
de ser en ser, a ciegas, sin podernos
destruir íntegramente.

Ah, ver luchar la hoja más pequeña,
la mariposa, el hombre, oponerse
con fervor obstinado a las secretas
leyes de destrucción.
Ver que la vida, el mundo, multiplican
su designio creador,
e interrogar nosotros, desvelados
por no dejar de ser, adoradores
del latido que somos, de la tierra
donde hundimos el pie. Lanzar preguntas
hacia la eternidad. Y contestarnos,
para engañar al niño que guardamos
en nuestro corazón: “Cuando yo muera,
ese hueco, ese alvéolo, ese espacio
que ocupaba, se llenará de sombra,
de una inútil tristeza, de una falsa
atmósfera de luto y despedida.
Porque vendrá después, para colmarlo,
todo lo que yo amé; y aquel que he sido,
y lo que habré de ser bajo otra forma,
se alzará sobre ruinas, como un eco
del vagido inicial. Y cada estrella,
cada ser, cada hoja, cada esfuerzo
minúsculo o enorme,
se erguirá sobre cuerpos destruidos
para decir que somos inmortales”.

Y la muerte será tan sólo el símbolo
de algo ya derrotado, una palabra
quemada por el sol, un ala turbia
perdiéndose en el viento.

Horacio Núñez West




Ritual del recuerdo


Hay días en que todo lo que amamos
y es ya una parte viva de nosotros,
un rostro necesario, un cielo claro
o acaso un sueño familiar nos deja,
se va de nuestro corazón y vemos
solamente su forma sin latido.
Miramos a las cosas
y a los seres más próximos, más nuestros,
desde una insuperable lejanía.

El alma ve, percibe nítidamente, en cambio,
rostros que habitan otra dimensión, ya perdida.
El alma no está aquí, no está en nosotros
sino vagando lejos, entre almas
cuyo temblor nos llega más vital, más profundo
que el de todo lo vivo.

Días para llorar frente a un retrato
o a una fuente que mana, o en silencio,
con un llanto callado que se siente
correr en lo más hondo, como un río
íntimo y sosegado.

Y qué pequeño el mundo que alcanzan nuestros ojos;
qué pequeño y qué solo, comparado
con el que se ilumina bajo el alma!
Alguien ya muerto puede ser salvado
si se encuentra la voz con que nombrarlo.

Y en esa hora única podemos
hacernos perdonar, volver inútil
la distancia infinita y el silencio
de niebla que lo cubre y nos separa.
Podemos revivir, traer al aire
de la vida los rostros olvidados.

Entonces comprendemos el sentido
de existir junto a un ser, dejar que el tiempo
nos alíe las almas, y la sangre
para que cada ser se sobreviva,
resuene largamente en otros eres
convertido en el eco, la memoria
del lejano rumor con que latía.

Porque la muerte última, el silencio
final, definitivo,
llega mucho después de nuestra muerte,
lentamente, a medida que se extingue
todo lo que ha quedado de nosotros
en otra sangre y en otros corazones.

Y quizá, sólo entonces, nos alcance
la eternidad de lo que ya no existe.


Horacio Núñez West



LOS NADIES

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres.

Que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llu0eva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida,
jodidos, rejodidos:
que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.




La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos.

La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respetuo mutuo.

Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se azan. Ese lugar es mañana.

Las bombas inteligentes, que tan burras parecen, son las que más saben. Ellas han revelado la verdad de la invasión. Mientras Rumsfeld decía: “Estos son bombardeos humanitarios”, las bombas destripaban niños y arrasaban mercados callejeros.









POBREZAS

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no tienen tiempo para perder el tiempo.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no tienen silencio ni pueden comprarlo.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar,
como las alas de las gallinas se han olvidado de volar.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que comen basura y pagan por ella como si fuese comida.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que tienen el derecho de respirar mierda,
como si fuera aire, sin pagar nada por ella.

Pobres,
lo que se dice pobres
son los que no tienen más libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que viven dramas pasionales con las máquinas.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que son siempre muchos y están siempre solos.

Pobres,
lo que se dice pobres,
son los que no saben que son pobres.




Puntos de vista

Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno.

Desde el punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía.

Donde los hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa.

Desde el punto de vista de Hipocrates, Galeno, Maimonides y Paracelso,
existía una enfermedad llamada indigestión, pero no existía una enfermedad llamada hambre.

Desde el punto de vista de sus vecinos del pueblo de Cardona, el Toto Zaugg, que andaba con la misma ropa en verano y en invierno, era un hombre admirable:
-El Toto nunca tiene frío -decían.
El no decía nada. Frío tenia, pero no tenia abrigo.

Desde el punto de vista del búho, del murciélago, del bohemio y del ladrón, el crepúsculo es la hora del desayuno.

La lluvia es una maldición para el turista y una buena noticia para el campesino.

Desde el punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista.

Desde el punto de vista de los indios de las islas del mar Caribe, Cristóbal Colón, con su sombrero de plumas y su capa de terciopelo rojo, era un papagayo de dimensiones jamás vistas.

Desde el punto de vista del oriente del mundo, el día del occidente es noche.

En la India, quienes llevan luto visten de blanco.

En la Europa antigua, el negro, color de la tierra fecunda, era el color de la vida, y el blanco, color de los huesos, era el color de la muerte.


Según los viejos sabios de la región colombiana del Choco, Adán y Eva eran negros y negros eran sus hijos Cain y Abel. Cuando Cain mato a su hermano de un garrotazo, tronaron las iras de Dios. Ante las furias del Señor, el asesino palideció de culpa y miedo, y tanto palideció que blanco quedo hasta el fin de sus días. Los blancos somos, todos, hijos de Cain.

Si Eva hubiera escrito el Génesis, ? cómo seria la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas son puras mentiras que Adán contó a la prensa.


Si las Santas Apóstolas hubieran escrito los Evangelios, ¿como seria la primera noche de la era cristiana?

San José, contarían las Apóstalas, estaba de mal humor. El era el único que tenia cara larga en aquel pesebre donde el niño Jesús, recién nacido, resplandecía en su cuna de paja. Todos sonreían: la Virgen María, los angelitos, los pastores, las ovejas, el buey, el asno, los magos venidos del Oriente y la estrella que los había conducido hasta Belén de Judea.
Todos sonreían, menos uno. San José, sombrío, murmuro:
-Yo quería una nena.

En la selva, ¿llaman ley de la ciudad a la costumbre de devorar al más débil?

Desde el punto de vista de un pueblo enfermo, ¿que significa la moneda sana?

La venta de armas es una buena noticia para la economía, pero no es tan buena para sus difuntos.

Desde el punto de vista del presidente Fujimori, está muy bien asaltar al Poder Legislativo y al Poder Judicial, delitos que fueron premiados con su reelección, pero está muy mal asaltar una embajada, delito que fue castigado con una aplaudida carnicería.

Desde el punto de vista de las estadísticas, si una persona recibe mil dólares y otra persona no recibe nada, cada una de esas personas aparece recibiendo quinientos dólares en el cómputo del ingreso per cápita.

Desde el punto de vista de la lucha contra la inflación, las medidas de ajuste son un buen remedio. Desde el punto de vista de quienes las padecen, las medidas de ajuste multiplican el cólera, el tifus, la tuberculosis y otras maldiciones.           
 

  Eduardo Galeano



MUJER

Esencia original del pan y la alegría.
Ramo de luz que viene
por el hijo de la sombra,
le otorga palabra y fundamento,
confiere verdadera estatura de hombre
y con un soplo apenas,
brisa de claridad, avenida
de invisibles mariposas,
extiende el sendero del amor en la tierra.

Multiplicadora de nombres y geranios,
sabores, fusiles y banderas
(que es mujer la Patria
y Mujer la dignidad y la rosa.)

Establece primaveras con la boca
y gobierna los ciclos y las cosas.
Núcleo celeste
corazón del tiempo
fortaleza de la ternura.
En sus mareas el sol y la luna
son peces de plata que convocan
los oficios del hombre y de los sueños.

¡Ay cántaro del día!
Puñado de agua, llama
en el silencio de las horas huecas.
Mitad que me desmuere.
Honda plenitud de la maravilla.

Gabriel Impaglione
Ella

Viene despacio
entra
tropieza con mi tos
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parte
viene despacio
ordena mis silencios
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos
viene despacio
a tender sus manteles de ternura
viene despacio
apenas hecha humo para no despertarme
se abre paso entre vasos arrojados al día
retratos de mujeres
noches de bronca y noches de ginebra
viene despacio
con su enchape celeste subiéndose a mis mástiles
viene despacio
entra
se arrodilla al borde de mi alma
y junta los fragmentos de mi risa
después… se vuela azul como la tarde.
Jorge Boccanera



Preludio de nochebuena

El patio olía a primavera
cuando diciembre empujaba el viento

La mesa era una flor abierta a la nostalgia,

En la cocina,
horneaban el festejo
a la espera del silencio
para colgar la caricia de un regalo
y en el augurio
de mariposas que no vuelan,
el tañido del asombro y la sirena.

Serpentinas de un brindis
que regresa con las acuarelas de la infancia

Norberto  Barleand



Los Ataúdes Enamorados

Nuestras tumbas, mujer, se darán besos,
nuestros cajones besos y mordiscos,
y no serán sudarios los nuestros sino sábanas
para engendrar trigales
y construir el pecho de los cedros.
Nos volverán a ver sobre la tierra,
a ti llena de polen y de pétalos,
cubierta de azaleas y azahares,
y a mí con un pedazo de primavera roja
entre la boca de madera.
Sobre la tierra, amada, sobre el campo,
tú con trenzas de musgo,
con un manto de plumas y de orquídeas,
y yo con un relámpago extendido en mis ramas
como una fruta elástica y madura.
La muerte será apenas un fecundo reposo,
un sueño recorrido por gusanos labriegos,
otra luna de miel entre raíces,
otro rodar los dos dulces y mudos,
por un salón de terciopelo verde.
Que no pongan el nombre tuyo sobre la bóveda,
ni el mío sobre el hueco que se trague mis tigres,
sino que nos abonen y nos rieguen,
pues esto es suficiente, compañera,
para tu corazón y mi semilla.

Carlos Castro Saavedra
1911

Lo veo.
Desde la borda del poema lo veo.
Catorce años tiene el que va a ser mi padre.
Viene en el “Arlanza”. No me ve.
No tiene rostro la tierra que lo espera.
Avanza la nave que muerde aguas de extraños idiomas.
No lewe ni escribe el que va a ser mi padre.
Velado trae el dibujo de la letra.
Oigo el naufragio de sus vapores de adentro
y su silencio me da de garrotazos por la cabeza.
Grandotas tinieblas bailan alrededor.
Duele el frío sobre la cuibierta.
El muchachito no me ve pero me dicta:
“congoja”, apunte la palabra “congoja”, hijo,
y apunte “susto”, y no deje de apuntar “soledad”.
Una palabra de lana vuela hasta su cuello,
otra de abrigo desciende sobre sus hombros.
No lee ni escribe el que va a ser mi padre.
Respira un verde aire de consuelo
cuando me sueña escribiendo
en su sueño de más felicidad.
Y detiene el que será su forzado carro de labor
Para decirme: apunte, hijo,
la palabra “trabajo” y “techo” y “cama” apunte
y también “sopa de pollo”
con sus flotantes monedas de oro”.
Lo veo. No me ve.
Le oigo: “tome mi mano, hijo,
guíela,
escribamos”.

Marcos Silber


Era lejos

Me se quedar a veces lleno de lejanías.
Suele ser en agosto
porque entonces los ocasos son de un barro sangrante
y uno canta dolorosamente
como si fuera pisando las alas del ángel de la guarda.

Al fondo, en el crepúsculo, las montañas violetas
son como una música que se ve dentro del sueño.
Pueden sentirse llegando los pasos de la memoria.
Oírla descargar a nuestros pies igual que un trozo de lana
muchas cosas borrosas
que ya sobre la noche hacemos nuestras melancólicamente.
El canto de unos pájaros sobre el amanecer junto al
Pilcomayo, por ejemplo.
Macho y hembra buscándose tan olvidadamente solos
que ese amor y esos trinos eran como la plomiza alegría de la muerte.

Cosas así aparecen.
Y una tarde amarilla caída entre los yuyos de una plaza
campesina, en la Silleta,
lamiendo en la capilla la boca de madera llena de sed del santo
en cuyos ojos el perdón se parece a un adiós agonizante.
Alguien cantaba largo y hermoso, anocheciendo.
La guitarra ceñía el cuerpo del hombre como una rastra de rocío
y en la voz del cantor se desleían tiernos toros en celo,
polvorosos de balidos.
Por ratos eran leves, asustadas corzuelas con algo de agua herida
lo que andaba en el aire de esa música.
Y cuando era el silencio,
cada uno sentía como si al llanto que estaba por nacerle lo apedreasen.

Me se quedar a veces, lleno de lejanías.

Manuel J. Castilla






Aproximación a mi hijo

es por la risa
sabes
esa que se desgrana desde los mas deliciosos momentos de imaginarte
esa que me duele regalar
es por la risa que te escribo
por la enorme sensación de carcajada
que tu nombre aun cierto me produce
pequeño compañero
es por la fe
que digo
por la certeza de saberte
especialmente mío y compañero
es por la risa fina que presiento en tus mejillas
rosadas o blancas o pecosas
que me atrevo a cantarte
pequeño indefinido
cicatriz del beso
mi canario
es por la risa
y por esta ansiedad que me lastima


tú ya sabes
tengo una espina escondida que me tienta a cantarte desde ahora
como si acaso ya
o alguna vez acaso
me pudieras escuchar
y tomarme de las manos
y gatear entre mis piernas
pequeño
futuro próximo.


Te diré
has nacido del río de mis ansiedades
fuiste llanto
sensación de dolor dulcísimo y agrinoche
perteneces a un momento lleno de luz
una cerveza
y un revuelo de sábanas
mis dedos,
esas prolongaciones curiosas que llevaron portafolios por las calles
navegaron en blancos mares de papel
y amenazaron tantas injusticias
fueron dibujando lentamente en su cintura lo que sería el perfil
de tu destino
de mis sueños
mientras una ciudad, cualquiera,
una ciudad con sus chimeneas y sus barcos
con sus maldiciones y sus grandes titulares
con sus vendedores a bolilla
con sus vendedores a comisión
con su vendedores a sueldo
a desgano, a lengua seca, a pies con ampollas, a dedos y espaldas
y ojos encorvados
con sus vendedores a domicilio y
sus domicilios vendidos entregados


una ciudad de granito cosmopolita y sucia
audaz, pétrea y disolvente
con ríos de cemento como calles
y con imperiosos castillos de cemento
una ciudad con sus tornillos, sus retazos de tela y sus cordones
de vereda
sus vergüenzas, sus ambiciones y sus toletole humanadísimo
con solicitadas, pedidos, desagravios, autocrìticas
con neblina,
sobre todo con neblina
enferma
enferma y contagiosa
mientras una ciudad, cualquiera,
rehacía su diario, diario y antiguo malestar
mientras yo te renacía.


Fuiste en un momento de sed, luz y música agradable
pleno de sonrisas, voces, manoseos
tuviste la forma de mis manos antes de que acariciara tus cabellos
antes que consolara tus ojos
esos que me mirarán,
esos que humedecerán de lágrimas momentos angustia
momentos tristeza y alegría
estabas en mis papeles antes de firmar tu nacimiento
estabas en mis temores y en mis impotencias
más
desde hace mucho tiempo que eras viento
de esos que alegran los cabellos
sed
de esas que tironean el pasado
canción
de esas que calman las penumbras
promesa
de esas que incitan al amor
rompen barreras
detienen tempestades.


Te diré
ahora porque el mañana es aun incierto
y preguntón
escurridizo
como un signo de pregunta en complicado estilo gótico
bello y promisorio
pero incierto.
Te diré
te escribo por entremedio de tiempos que aun no he penetrado
finito y agresivo
no he sucedido totalmente.


(Y ahora no se
y no es un decir
es decir
no es poesía
no sólo
no tan solo vana palabra
no tan solo decirte porque vos…. y lo que sigue
¿entendés?
quizás, como estoy triste y gris y solo
y tengo ese escozor entre los dedos
ese parpadear entre los ojos
quizás
me estoy hablando
petiso
par de ojos
pedazo de serte entre mi quehacer atolondrado.
No se
es tan difícil
tan raro a veces
tan duro
cuando condicionalmente se vive
se respira, se nutre, se viste, se palpa
se entrega a condición
es tan, tan duro, a veces
cuando querer es
sobre todo
noción de la impotencia
noción de estar, es cierto,
pero interminable
diaria
irremediablemente entre los extremos.
Hablarte de mì
vaciarte una copa de armas y proezas
de grietas alternativamente
cronológicamente hablarte
documentar este trajín
como quien prepara el herbario
el fatal inventario y clasifica
hablarte de mí digo
seria en vano).


Has de saber sonrisa
que fui tan solo un tiempo
un momento más
silencioso o no llegado el caso
de esta catarata que ya estaba humedeciendo tierras de otros.
Has de saber
has de creer si aun
en tus momentos
no han eliminado la última confianza
que
sobre todo
yo quise ser de todos
que fui de todos de la piel para adentro
que traté de rociar todo el sendero
con las piedrillas de la sobrevida
y en más de una ocasión
en más de un llanto
vi toda la esperanza
ensombrecida debajo de las ruedas de la carreta de los vivos.
te diré
esucha
que tengo desde ahora impaciencia por tus pies
qué tierra correrán
qué caminos
què flores te harán pisar en el apuro de un tiempo que está ahí
que se nos viene encima.


Tal vez
ahora
que tú lees
tal vez
este papel arrugado de tantos ojos
y una mezcla de temor respeto o risa
escucha
si hay algo que recibirás de mi
que sea el canto
el mismo que entonaba en los momentos tristes
cuando temía por tu sueño
en mis momentos alegres
cuando imaginaba tu nombre.


Oye
pocas son las cosas que puedo enseñarte desde ahora
pocas las palabras, los gestos, los suspiros
que podría entregarte
en un cofrecillo de cobre trabajado
como quisiera
con todos mis sueños adentro.


Oye
hubo en mi tiempo
ante el fragor de las bombas y los llantos
un malestar horrible que recorría las calles diariamente
cotidiano
un extraño temor a la contravida
hubo en mi tiempo
por si acaso la historia mienta a partir de hoy
por si acaso me huyas de improviso
pequeño
una religión prohibida
una fe imposible de velar
una nostalgia tal vez
una especie de rito
que de pronto
al mirar por nuestras ventanas cualquier mañana de esas
te erizaba los pelos desde los ojos de un pibe
como serás tú
en algùn tiempo
te desprendía las ganas de la risa
te descartaba el juego y las empresas finales
te renacía
te revolvía en mutilaciones imprecisas
y finalmente
con el sol ya de espaldas
te sumergía en una antigua canción esperanzada
un rito digo
una antigua religión
una promesa
que venía levantando pestañas y sonrisas desde lejos
que tenía una fina ilusión y un poemario.


Oye,
el horizonte era mas ancho que la tierra
todo consistía en adueñarse de la rosa
pertenecer al viento
cohabitar con los vinos de las tardes de amores
recibir cada mañana las palomas del sur
cantar el rìo
susurrar la plegaria de los buenos días con la frente en la luz
y las manos juntas, muy juntas entrelazadas con tus suaves alegrías.


Eramos pocos
caminábamos metidos en la siempreaventura
combinábamos calmas con bondades
tempestades de arena con metrallas
urgíamos al sol a detenerse
era importante desde ya
librar la última batalla


eramos pocos
había una señal en cada una de nuestras frentes jóvenes
nuestra sombreada pequeñez
abarcaba exactamente el l`mite de la sangre numerosa
la interminable sangre de los siempre sueños
concebíamos la piedra, el gorrión, la mariposa
éramos tímidos representantes del secreto
atestiguábamos la luz
hasta que un día corrimos las sillas
los micrófonos y los taburetes,
las amarguras y los rencores
y dijimos nuestro no inicial.


Ahora tù lees esto
pensativo
pequeño
¿qué has hecho hoy?
seguramente tus labios están resecos del sol del mediodía
o transpiras el sudor de las cosechas
o recuerdas la noche pasada del amor
o lamentas el frío
o te dueles de alguna ausencia inútil
como sea
dondequiera que estés
oye
fueron pocas las cosas que hicieron temblar mis manos
pocas las palabras que me movieron al llanto o a la risa
ahora
que tienes dieciséis hermosos años
o que estàs acercándote al final de los veinte
ahora
quizàs escondido en un refugio subterràneo
(de sólo pensarlo me obligo a reclamarte fortaleza)
o sentado debajo de un puente destruido
ahora
cuando quizás en algún lugar lejos
cercano
estàn contando los últimos caídos
los últimos olvidos
las últimas flores cultivadas
donde sea que estès
cualquiera la camisa que te cubra
cualquiera el afàn que ocupe tus brazos
juguetes, cadenas, crucifijos, cuchillos
oye
óyeme por esta vez que quizás no sea la última
pero es la primera que también tiene su importancia
escucha
debía decirte tantas cosas
debería revelarte mi último secreto
el final
el importante
habrás conocido a Walt
yo también me contradigo


y déjame decirte que te amo desde ya
en este preciso momento del impulso
en esta confidencia así
cara a cara
porque ya estamos en invierno
y se hace crudo por la noche
porque nos debemos mutuamente las confianzas
porque quisiera darte un mundo diferente
pero no me dejan


ahora
cuando mi recuerdo sea o no
déjame decirte desde aquí
entre mis ilusiones más caras
tengo aun mucho que andar
tengo aun muchas cosas que decirte.

Chiche Diamanario



El Entierro Del Poeta

A Víctor Casaus

Dijo de los enterradores cosas francamente
impublicables.
Blasfemaba como un condenado
y a sus pies un par de águilas lloraban pensando
en las derrotas.
En el entierro estaba Lautréamont,
yo lo vi desde mi puesto en la cola:
dejaba el sombrero al borde de la tumba
y cantaba algo triste y oscuro
(lloraba honradamente, ya lo creo, y los
caballos devoraban higos en silencio).
Hubo discursos,
sonrisitas de Rimbaud junto a la cruz,
paraguas abiertos a la lluvia como
a él le hubiera gustado.
Hubo más:
hubo viernes y
canciones funerarias,
palomas que volaban sin sentido, como niños,
versos oscuros,
la hermosa voz de Aragón,
suicidios deportivos de Georgette y nunca más
y hasta siempre.
A la hora más triste del asunto
no quería bajar porque decía que allí estaba
oscuro.
Pero estaba muerto y hubo que bajarlo.
Los sombreros abandonaron las cabezas,
se alzaron copas, adioses, letreros de nunca te
olvidamos.
(Un joven poeta a mi derecha le mesaba las
rodillas a la muerte).
Lo bajaron.
Se aplaudió en forma delirante;
la gente corría como loca asumiendo lo grave
del momento.
Lo bajaban.
Las mujeres lloraban en silencio
porque bajaban las águilas, los sueños, países
enteros a la tierra.
Se intentó una última sentencia:
Nerval se acercó con una tiza y escribió con
letra temblorosa:
Su cadáver estaba lleno de mundo.
Desde el fondo, Vallejo sonreía sin descanso
pensando en el futuro,
mientras una piedra inmensa le tapaba el
corazón y los papeles.

Luis Rogelio Nogueras




PREGUNTO: ¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS?

He visto las mismas bombas que astillaron Bagdad
como una antigua magnífica cerámica
caer con su bramido de roja singladura
sobre Beirut.
¿Es verdad que el miedo se espesa
hasta hacer coraza de la piel ardida?

¿Cuánta muerte, Andrés, amigo mío,
significa Israel partida por la rabia?
¿Se puede medir la gravedad del miedo,
la profundidad de la sangre?
¿Cómo se dice: ¡Basta! para que se entienda?

¡Cuántos muertos sin muerte en los refugios
donde también se apilan desmemorias!

¿Es verdad que en Beirut las calles
conducen sólo a una gran tumba abierta?

¿Dónde están los niños?
¿Han sobrevivido las muchachas que resplandecían
detrás de los inmensos ojos negros?
¿Va de cadáver en cadáver la poesía
que abrió las ventanas del Líbano
a paisajes de andamios y de pájaros?

¿Dónde esta los niños?
¡Dónde!
¡Dónde están los niños!

Generales, mercaderes de armas, traficantes
de banderas, secuaces del imperio:
¡dónde están los niños!

Si es verdad que las heridas
lloran gotas de respuestas rotas, el aire
es espada que destroza la mano que la empuña.

¿Porqué Joumana los verdugos
cuando todo pedía por el canto?

¡Dónde están los niños!
¿Junto a los huesos de sus padres en las cárceles
y los centros de tortura?
¿Bajo la lluvia de plomo a mansalva?
¿En las orillas de las ciudades sitiadas por el odio?

Las mismas bombas que una vez y otra
se repiten imbéciles, ciegamente imbéciles
sobre plazas, mercados, aulas y cocinas,
sobre los niños del Líbano y Palestina,

sobre todas las conciencias
también caen ahora sobre mi casa.

Gabriel Impaglione



El niño que fue muerto a tiros por soldados en Nyanga

El niño no está muerto
el niño levanta sus puños contra su madre
que grita África grita el aroma
de la libertad y el brezo
en los suburbios del corazón sitiado

El niño levanta sus puños contra su padre
en la marcha de las generaciones
que gritan África gritan el aroma
de la justicia y la sangre
en las calles de su orgullo en armas

El niño no está muerto
ni en Langa ni en Nyanga
ni en Orlando ni en Sharpville
ni en la estación de policía en Philippi
donde yace con una bala en su cabeza

El niño es la sombra de los soldados
de guardia con armas vehículos blindados y porras
el niño está presente en todas las asambleas y legislaciones
el niño asoma por las ventanas de las casas y vislumbra el
corazón de las madres
el niño que sólo quería jugar al sol en Nyanga está
en todas partes
el niño que se hizo hombre camina por toda África
el niño que se hizo gigante viaja por todo el mundo

Sin un pase

Por Ingrid Jonker, Marzo de 1960
Traducción del inglés al español: Mario Melnik


Bandera de luto

Aquí, en este vértice, Tomás, hago un abis-
mo, trazo un vacío imponente, paro mi vida,
Aún escucho crujir la naturaleza y el co-
razón de tu madre, aún veo el sonido del mundo,
de tiempo que se derrumba, de sol, de mar, de
luz partida de la última gota de aceite alcan-
forado, aún siento que la pequeña lengua lame
la eternidad ensangrentada.
Oloroso y campesino de estatura, alegre
como los ganados.
Ahora te come la tierra, más glotona que
tú, hijo mío, niño mío, Tomás, y yo te lloro.
Eras muy hombre, Tomás.
Minero, soldado, marino, explorador, se
quebraron los vientos de la muerte en tu frente
de dos años, y era como una gran tempestad,
arrastrando pinares de noche, tu actitud agoni-
zante.
Morías como un héroe de absoluto.
Fuerte, libre, gloriosamente cósmico, el
dramatismo te agrandaba las entrañas.
Hoy aromo de albahacas de Chile tu me-
moria.

Oh! amigo mío, Tomás, bebo mi jarra de
espanto a la salud de tu alma, y te consagro
Raimundo, a quien tú, TOMAS DE ROKHA,
entristeciste “por los siglos de los siglos”, con
tu alegría incalculable.



juguete de diamante

soledad de picaflor romántico pero dramático corpiño de golondrina y una dual figura de penacho de garza guagua en las ojeras tiene la hermosa niña de Raimundo
es pequeña como la niebla inmensa que aumenta las sementeras del crepúsculo entre las lágrimas
parece un polito de mar en las rodillas arrodilladas del talquino que tiene vaivenes de mundo y pecho de rojas rosas rotas
y sus botitas de queltegüe taconeando el corazón de Raimundo Contreras
veces de veces le parece a Contreras que ella no sucedió de afuera hacia adentro como manzana madura sino desde adentro hacia afuera como lo caído y tremendo de las cosas futuras que son el pasado de la esperanza y como obra suya
apenas cree que existe y la llena entera de lamentos
pero la desnuda y la encuentra indiscutible
...
Raimundo la quiere y la huele como a una naranja pero la aprieta mucho y ella llora sola haciendo pucheros de uva entonces él le corta rosas de risa y amapolas
“la adora” y quiere matarla establecer lo transitorio en lo absoluto irremediable tallar el beso en piedra de mundos poseyéndola contra todas las cosas durar en ese instante definitivo comerle las entrañas a todos los que la miraron
sí pero ya algo enorme la rodea algo de sol de miel de luz madura sandía madura guitarra madura corazón de santidad
...
¿por qué convergen a Lucina todos los caminos? porque convergen a Lucina todos los caminos de la misma figura que al poeta todos los sucesos por convicción del ser cósmico porque rodean su postura de ejemplo adorándola los fenómenos
Raimudno Contreras comprende que disminuye su abandono
y solloza



   el hombre que se olvidó
de todas las cosas
antiguo dios abandonado


       lomismo que el crujido a la rueda
aquella niebla cierta y aquel ademán vago e
indescriptible a Raimundo Contreras

        tiene la cara torcida hacia el otro lado del
mundo

        parece que hubiese pájaros   muchos pá-
jaros      muchos     pero muchos páiaros alre-
dedor de Contreras   o que oyese diálogos cós-
micos      y aún      que hubiese muerto y que
hubiese muerto antiguamente      en la Meso-
potamia    llorando   de estrellas caldeas y ani-
males

        aquesta gran humareda es Raimundo
es Raimundo aquel incendio sin fuego y sin
leño   aquel problema de humo     poesía de-
rrotada      que expande altas olas confusas
en azules  incalculables

        porque Raimundo está redondo    no
cóncavo      es decir      sonando      es decir
cubriendo  toda su actitud    como la gallina
cebada   o Dios en el primer día del misterio
cóncavo     muy cóncavo     semejante a la
distracción del cielo  que es completamente
cóncava     en aquel parecer distraído    que
emerge de las cuatro esquinas del mundo
gritando azul ardido     y está situado en au-
sencia

        toma a Lucina en condición de recuerdo
sin material humano        como un hecho o
como un sueño de ella en él     o viceversa
y la toma íntegra

        es como si a la tinaja que contiene vino
le preguntasen qué contiene y contestase
oliendo   verificando la verdad primordial de
ese alegre  rumor de años     haciendo vino
hirviendo vino    siendo eso:  un sonido de
abejas formidable

        hay una sonrisa recordando en Contreras
la marea en los peñascos      no es que sonría
es sonrisa todo él     si      a la manera del
sol    que no canta    es canto   canto del can-
to inamovible

        “Lucina”     “Lucina”      balbuce como
quien llama a una paloma de olvido    y Luci-
na lo está besando    como quien llama a una
paloma   gimiemdo   poniendo miel a la lle-
gada      y la tiene adentro     en el sentido del
sonido de la campana    y como si un hombre
cualquiera se pusiese a tomar tragos de cielo
     grandes tragos de cielo   y se volviese in-
visible a la luz    y como el pan     la cual to-
nada es de las eras

        caminarán mil años    .mil años     cien
mil años    ciertamente    Raimundo Contreras
y Lucina

    
ºDel libroEscritura de Raimundo Contreras”
       



Pablo De Rokha


Cabeza final

Todas las ideologías le dieron de palos.
No conoció la alegría de lo posible.
La humillaron la historia del mundo
y la vergüenza de su país,
la calvicie, los dientes perdidos,
una oscuridad excavada bajo los ojos,
el fracaso personal de su lenguaje.
El obrero que respiró en su interior
ávido de oxigeno y universo continuo
dejó caer el martillo. Fue la razón
quien cegó sus propias ventanas. Pero tampoco
encontró en el delirio conclusión alguna.
Por eso, quizás no fue tan descortés
esa manera de negar el mundo al despedirse.
Sucedió así:
reposando sobre la última almohada
volvió hacia la pared
lo poco que quedaba de su rostro.

Joaquin Giannuzzi

Esto es lo tremendo

Lo tremendo es que hay un día en que uno dice
necesito un sueldo fijo y aguinaldo
y entierro la aventura en el recuerdo.
Y uno tiene razón, lo necesita
Necesita un retroactivo para deudas, cada tanto,
y un decir trabajo allí, estable, quinto piso,
para pedir los créditos del traje.
Y acribilla los gorriones de los sueños.
Es entonces que llega hasta antesalas
con cartas en la mano y vengo
y espere a que lo llamen.
Y uno mira que pasan, pasan, pasan
y ensucia una sonrisa ante una cara
y se muere tres mil seiscientas veces cada hora
de pequeñas vergüenzas
fumadas sobre el lento reloj de un funcionario,
(es entonces lo tremendo: a uno se le cae
el resto de niño que le queda
y lo esconde avergonzado en el bolsillo).
Lo tremendo es que hay un día
que entierra los barcos, entierra
la esperanza escondida de treparlos,
guarda el ansia de caminos en un libro,
(algún día, al abrirlo,
restará un antiguo aroma lastimado)
Lo tremendo es que uno necesita
llegar a fin de mes y tengo tanto
y consuela geografías sobre sueños
leyendo en el subte de apurado.
Y ese intacto asombro por los trenes
trastoca su magia por horarios
y el cielo es un llueve o un no llueve
nada más que por si llevo el impermeable.
Y ocurre que después, un día,
no es capaz de caminar, porque sí,
cincuenta cuadras,
ya no se duerme desnudo en primavera
y se levanta con chinelas y con bata,
(casi siempre ya creció una huerta
y un ligustro trabajado los domingos).
Después, alguna vez.
cuando un sueño lo parte en astillas hasta el alma,
uno dice yo tuve veinte años,
(pone la firma final sobre su muerte)
y además bosteza y dice hasta mañana.
Lo tremendo es este lento suicidarse
a través del pulso y la esperanza
que iniciamos, sangrando, cualquier tarde
buscando un sueldo fijo y aguinaldo.

Julio César Silvain
Brillante acción policial

“Con un perfecto doble cerco
(triple traición nocturna)
las fuerzas del orden establecido
(con su aparición agresiva de espuelas)
registraron la residencia de estudiantes.”

“La operación estuvo apoyada desde el aire
(un zumbido de avispas de acero
temblando en los cristales)
por helicópteros y en tierra
(mil escarabajos comiéndose las puertas)
contó con modernos transmisores.”
(antenas animales, pesadilla
indignante invasión de púas
en la noche-noche del país).

“En el registro fueron incautados:
un tratado sobre la educación sexual
(que no viertan en la sangre
los canales sucios de esperma
dolorosamente reprimido
podrido ya)
impreso en Alemania y numerosos
afiches del guerrillero cubano-argentino
Ché Guevara
(calando hondo con su asma
con su dolor de piernas y su mochila
llena de libros)
dispuestos en las paredes
de casi todas las piezas.”

Lo dice la prensa, madre
esa infame tinta, esa
liviana sangre putrefacta
cubriendo la nueva hazaña con aplausos.

Mamá
Estamos casi en guerra.
Besos a mis hermanos.
Escriban.

Alfonso Gumucio Dragon



 Baguala de Gurban -Singh

Con la luna metida en el turbante
y el corazón desnudo,
Gurban-Singh levanta las compuertas de la noche
y echa el agua en los surcos.

Le llamaban el “8”.
Gurban-Singh era un número.
Un número con huesos y con hambre,
con hijos esperando al otro lado del mundo.

Apareció una tarde en el ingenio
y se quedó de regador nocturno.
Después se hizo tan carne con la acequia
que hasta parece que mirara húmedo.

Al comienzo su aldea fue una angustia.
Una mano apretada sobre los pesos justos.
Un recuerdo caliente.
(Qué desgarrón sus gajos creciendo lejos suyo.)

Pero luego se hundió con la maloja.
Lo ciñeron las cepas. Lo macheteó el coyuyo.
Y Gurban se sumó con sombra y sangre
al trapiche y al jugo.

Y desde entonces cuando el cielo enciende
su brasero de espuelas y bejucos,
sale Gurban con una pala al hombro
como si fuera un grito dando tumbos.

Tal vez, adentro, se le melle el alma
harta de darle siempre en lo más duro.
(Gurban es sólo una herramienta triste,
un sueño arremangado y unos botines sucios.)

Lo trajeron a cuestas, la ternura,
un pan que lo observaba sordo y mudo,
una mujer, un par de niños lacios,
todos juntos.

Lo empujaban a lágrimas:
Fuerza Gurban. Busca otros rumbos.
(Y Gurban vino
atado como un nudo.)

Por eso, siempre, cuando va a la toma
para volcar el agua hacia los surcos,
clava la pala y amontona tierra
como quien le hace un tajamar al mundo.

Antonio Nella Castro
Penitencia

Al que rompió la luz
démosle sal,
démosle angustia,
dejémosle sin nombre,
sin cadáver,
sin candelas de cera,
sin sus sueños,
sin su apellido a voces,
sin miradas, sin tumba,
sin hoyuelos.

Cortémosle las venas al culpable,
suicidemos su sangre,
su memoria,
su condición de lobo,
su débil biografía
sin sucesos,
su cacharro de fiesta,
su postura.

Neguémosle al tirano
un entierro, un entierro
con autos y con música,
una semilla fértil, un escudo,
un dondecuandomírameque bello,
un talismán colmado con
palabras piadosas, un idioma,
un réquiem, una flor,
un carruajito.

Marco Antonio Flores
De la “Antología de la poesía revolucionaria guatemalteca” de Ma., Luisa Rodríguez Mojón 




Historia


No la podía alcanzar,
iba apurada,
estaba en los relojes, en los trenes,
tenía risas, palabras, indecencias,
un trajinar de citas y ya salgo.

No la podía alcanzar,
ella y sus cosas
sus ojos de mirar y querer tanto,
su pequeña moneda compartida,
sus manos de trampear y dar la mano.

Cómo la iba a alcanzar
sin nada adentro.

Debo decir que fue bastante grave,
debo decir:
casi nos separamos para siempre.

Me quedé solo,
la perdía de vista.

Después, yo no sé cómo, una mañana,
quizás el aire, una palabra, un pájaro,
me puse al lado y la seguí,
a la vida.



Tarea

Han de saber
que cuando en la oficina no hay trabajo
yo trabajo,
trabajo como un negro,
sudo tinta,
ando detrás de pájaros azules,
me meto en grandes líos con los sueños,
me desamgro en palabras,
salgo a cazar ballenas y crepúsculos,
domestico elefantes
(hay que ver qué furor el de la selva),
le explico al faraón cosas del tiempo,
hago el amor a veces,
lucho con los zulúes cuerpo a cuerpo,
tengo que abrirme paso en un perfume,
volver para las doce,
morirme,
andar recuerdos.
Tengo que hablar con Dios,
volverme loco,
lanzar varias proclamas de justicia,
escapar de la hoguera,
vestirme de jamás para un entierro.
No descanso un minuto,
me doy un gran trajín con las cigarras,
me cito con Lenin
y arreglo el mundo,
llamo a larga distancia,
digo anote en ni agenda Nazareno,
trato cosas del aire con gaviotas,
compro verdes, azules, amarillos,
y los despacho por expreso al cielo.
Hago arreglos con nubes,
firmo tardes de otoño con llovizna,
corro a cambiar estrellas que anden flojas.
promuevo madreserlvas,
dicto inviernos…
Cuando el jefe me mira y dice ejem,
ya que uste no hace nada y tiene tiempo…




Gardel

Para mí lo inventamos.
Seguramente fue una tarde de domingo,
con mates,
con recuerdos,
con tristeza,
con bailables bajito, en la radio,
después de los partidos.

Seguramente nos dolía una foto en la pared,
algún no tengo ganas,
algún libro.

Yo creo que andaríamos así,
sonsos de aburrimiento,
solitareando viejos para qués,
sin mujer o sin plata,
desabridos.

Seguramente nos sentimos de golpe
terriblemente solos,
muy huérfanos, muy niños.
Tal vez tocamos fondo.
Tal vez alguien pensó en el amasijo.

Entonces, qué sé yo,
nos pasó algo rarísimo.
Nos vino como un ángel desde adentro,
nos pusimos proféticos,
nos despertamos bíblicos.
Miramos hacia las telarañas del techo,
nos dijimos:
“Hagamos pues un Dios a semejanza
de lo que quisimos ser y no pudimos.
Démosle lo mejor,
lo más sueño y más pájaro
de nosotros mismos.
Inventémosle un nombre, una sonrisa,
una voz que perdure por los siglos,
un plantarse en el mundo lindo fácil
como pasándole ases al destino”

Y claro, lo deseamos
y vino.
Y nos salió morocho, glorioso, engominado,
eterno como un Dios o como un disco.
Se entreabrieron los cielos de costado
y su voz nos cantaba:
... mi Buenos Aires querido.

Eran como las seis,
esa hora en que empiezan los bailables
y ya acabaron todos los partidos.

Humberto Constantini
  Elegido por aclamación

Sí, fue un malentendido.
Gritaron: ¡a las urnas!
y él entendió. ¡a las armas! –dijo luego.
Era pundonoroso y mató mucho.
Con pistolas, con rifles, con decretos.

Cuando envainó la espada dijo, dice:
La democracia es lo perfecto.
El público aplaudió. Sólo callaron,
impasibles, los muertos.

El deseo popular será cumplido.
A partir de esta hora soy –silencio-
el Jefe, si queréis. Los disconformes
que levanten el dedo..

Inmóvil mayoría de cadáveres
le dio el mando total del cementerio.

 Ángel González


La tierra es un satélite de la luna

El Apolo 2 costó más que el Apolo 1
el Apolo 1 costó bastante.
El Apolo 3 costó más que el Apolo 2
el Apolo 2 costó más que el Apolo 1
el Apolo 1 costó bastante.
El Apolo 4 costó más que el Apolo 3
el Apolo 3 costó más que el Apolo 2
el Apolo 2 costó más que el Apolo 1
el Apolo 1 costó bastante.
El Apolo costó un montón, pero no se sintió
porque los astronautas eran protestantes
y desde la luna leyeron la Biblia,
maravillando y alegrando a todos los cristianos
y a la venida el papa Paulo VI les dio la bendición.
El Apolo 9 costó más que todos juntos
junto con el Apolo 1 que costó bastante.
Los bisabuelos de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los abuelos.
Los bisabuelos se murieron de hambre.
Los abuelos de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los padres.
Los abuelos murieron de hambre.
Los padres de la gente de Acahualinca tenían menos
hambre que los hijos de la gente de allí.
Los padres se murieron de hambre.
La gente de Acahualinca tiene menos hambre que
los hijos de la gente de allí.
Los hijos de la gente de Acahualinca no nacen por
hambre,
y tienen hambre de nacer, para morirse de hambre.
Bienaventurados los pobres porque de ellos será la luna.


Leonel Rugama




Canción rota




El veía más claro que sus ojos celestes,
adivinando el bosque
jugaba con el rayo
y acumuló tormentas que le ajaron la frente
de estrellas y colores,
Amó la vida,
el aire, el canto de los pájaros.
Izó el amor bien alto,
al vino,
a la alegría...
en fin,
se fue por el espacio.

Andaba con un ángel herido
en cada mano
y soltaba gorriones en la mesa
de los que estaban solos.
De alguna forma, creo,
que acarició un milagro.
De alguna manera, aquella madrugada,
se caminó hacia adentro
y ya no estaba.
El veía más hondo que sus ojos celestes,
él veía más claro.
Adivinó la muerte oscura y subyugante
que comenzó a rondarlo,
a acariciarle el hombro,
los miedos,
el fracaso.
Esa muerte de siempre y para siempre
Esa muerte de todos los días, con la frente dorada,
comenzó a enamorarlo.
Ella se fue acercando, agazapada,
sola,
ridícula,             
sabía como un gran silencio.
Se le puso al costado
solemne y oscura,
grande y luminosa.
   Y vino en puntitas de pie
la hija de puta
y le llevó el corazón para siempre.
   Y los ojos celestes.

 Norberto Corti





Llega Noviembre

Fragmento


       En la ciudad de cañas
donde los ríos se estremecen de pómulos de avispas,
entre imanes grumosos,
andamios terrestres
y tibias criaturas guerreándole al mar:
yaces tú, padre mío,
bajo un alcohol inmóvil de laureles
y puñados de niebla con su hoguera lenta.

       Solo, indefenso, al borde de los naranjales,
velas y repercutes
la irresistible corpulencia de los días
que se ofrecen fecundos....
....
        .¿Quién sabe ahora de tu forma perdida,
y del ardor del ceño en las pasiones
        ..¿Qué congoja te hunde ya sin huella
y te arranca de brazos de la esposa,
de los hijos de frágil impaciencia?
        ..¿Qué barro te contiene y apresura
en el temblor recuperado de las flores?
.......
         Medía con sus pasos el ancho de la tienda
que construyó lo mismo que mi cuerpo.
En el trajín y la vigilia, por los hombros,
desgastaba una pena cada día...
         Y aprendimos con él la transparencia,
la soledad, las cosas,
a sentir que la vida se retuerce
y que gime también en la alegría
de aquel joven que pasa
a tomar en sus manos la máquina o la estrella,
a esgrimir la cintura de los días...
..
.....¡Padre, cuántas veces en un adiós de aullido
arrojabas al mar botellas de naufragio,
ordenando en los versos
cada esquina confusa de tu lejana infancia!


Precisamente aquí, una tarde,
me hablaste de los hombres que comen su pan triste,
y escuchaba tu lengua por adentro,
sin mirarte los poros de la mano,
ungida con la arcilla de los surcos,
que concita a los hombres silenciosos,
brota con ellos desde abajo,
de su hierro,
fe su cansancio,
de su orgullo,
y emerge entre los cuerpos de lúgubre blancura.
....
         Padre,
llega noviembre y te me vas de nuevo,
en tanto madre ordena
en el mismo rincón un ovillo, un retazo,
que se cayó detrás de los paquetes
u que te has olvidado
sin
querer.


PLURAL

Un hombre solo se deshace...
ya lo dije también.
Pero un hombre con un hombre
toma su traje azul, una flor, un pañuelo,
afila un poco el hacha de todos los oficios,
prende un cigarro
y cruza silencioso la compartida bruma
de lágrimas serenas que ayudan a morir.
Un hombre con un hombre,
puede, en fin,vencer la soledad y la derriba.

Manuel Serrano Pérez





Poetas

La poesía viene y yo comedido
me ofrezco de puente para que llegue a otros.
Ella en el mundo de las analogías busca
relaciones ocultas y me las dicta.

Y es difícil ser fiel porque uno mete
palos de ciego, ocurrencias, vacío.
Ella aspira a hermosura
de fondo y forma, quel poema dé
chispa y se hunda en tierra-tiempo donde
se pierda la firma del que transcribe.

Es que soñaste ser creador
pero la poesía te usa abusa
de tu ignorancia y te hace creer que sí,
quel poema es tuyo cuando sos
el muñeco del ventrílocuo Sol
Viento Caminos Cielo Amor y Dolor.





La creatividad

Viene de antes que vos y sorpresivamente
a veces te habla.
Mientras tanto el artista hace
garabatos y cree
gobernar la manija creativa.

A veces se te asienta
el pájaro famoso de la inspiración
y otras un sapo intuitivo
salta en tu pecho y caza hermosa mariposa.

Creíste ser el creador de eso
cuando era el otro,
el que está escondido siglos y siglos atrás
y te habló porque estabas propicio a escucharlo.

Pero vos creíste ser el fabricante de crear
cuando más bien agradecé
porque te arrojaron desde lejos, si acaso,
un pedazo de verdá.

Porque antes de eso
cuántas veces creíste que sí,
que eras vos el creador y al intentar
hacer arte sólo hiciste
palos de ciego, merdosidá.

Luego si nadie es creador ¿qué pasa? Nada,
porque todo es garabatear mientras se espera
que desde lejos, de alivio,
se te asiente un pájaro hermoso
o el sapo intuitivo te entregue una mariposa.


Jorge Leonidas Escudero





Sigmund Freud


Se vistió de Colón, se puso el trajecito,
rumbo al Oriente de la Historia un día.
Navegando por mares de sargazos:
-¡Tierra de la psiquis!- gritó,
¡un continente del espíritu!
Era redonda el alma,
profunda como el mar,
inquieta como un niño.

Por una escalerilla de cristal,
muy frágil, quebradiza,
bajó a la sombra de la noche,
sin luz en la sentina.
Por una escalerilla de cristal.
Intrépido, valiente,
quitó a las tinieblas los dos tercios
con la luz de su mente.

Sigmund Freud nos dijo
que el curso de la vida tenía un complejo.
Nos dijo -¡Arriba! ¡Contra él!-, nos dijo
Ala de la pasión, miedos,
impulsos del fanático murieron.
La palabra libertad será la seña
al tope de los pueblos.

Era el hermano mayor de nuestra especie,
el que nos llama un día.
-Este es el sexo (contra el padre celoso).
éste es el sexo- dice,
limpio como la luz de la mañana.
Música será, canto para los que supieron
que era una fuente de placer
y que la vida tiene un destino más rico todavía.

Era el hermano mayor de nuestra especie.

Felipe Aldana





ROMANCE DE PADRE Y NIÑO


El padre le dice al niño:
-Es la vida como loba
en año de nieve y hambre
y a los débiles devora.
El niño responde sólo:
-Oh, mira las mariposas.
-Te esperan en cada calle
el traidor o la traidora,
con ojos de frío cruel
y actitudes sigilosas.
El niño responde sólo:
-Oh, mira las mariposas.
-La guerra los campos cubre
de siniestras amapolas;
los ríos no traen agua
sino funerarias rosas.
Y el niño responde sólo:
-Oh, mira las mariposas.
-La muerte en el pecho es
como una semilla roja
que un día cualquiera da
cosecha de dura sombra.
Y el niño responde sólo:
-Oh, mira las mariposas.
-Espero que seas, Niño,
como hormiga previsora,
y no como el grillo vano
ni como la vana alondra.
Y el niño responde siempre:
-Oh, mira las mariposas.
Niño sordo, niño ciego,
mi niño de frente loca,
cuando hombre sentirás
no haber escuchado ahora.
Y el niño responde:
-Padre,
¡No ahuyentes las mariposas!


Antonio Esteban Agüero






EL MORIBUNDO

                       A Alfonso Costafreda

I
PALABRAS

Él decía palabras.
Quiero decir palabras, todavía palabras.
Esperanza. El Amor. La Tristeza. Los Ojos.
Y decía palabras.,
mientras su mano ligeramente débil sobre el lienzo aún vivía.
Palabras que fueron alegres. que fueron tristes, que fueron
                                                                              soberanas.
Decía moviendo los labios, quería decir el signo aquél,
el olvidado, ése que saben decir mejor dos labios,
no, dos bocas que fundidas en soledad pronuncian.
Decía apenas un signo leve como un suspiro, decía un aliento,
una burbuja; decía un gemido y enmudecían los labios,
mientras las letras teñidas por un carmín en su boca
destellaban muy débiles, hasta que al fin cesaban.
Entonces alguien, no sé, alguien no humano
alguien puso unos labios en los suyos.
Y alzó una boca donde sólo quedó el calor prestado,
las letras tristes de un beso nunca dicho.

II
SILENCIO
Miró. Miró por último y quiso hablar.
Unas borrosas letras sobre sus labios aparecieron.
Amor. Sí, amé. He amado. Amé, amé mucho.
Alzó su mano débil, su mano sagaz, y un pájaro
voló súbito en la alcoba. Amé mucho, el aliento aún decía.
Por la ventana negra de la noche las luces daban su claridad
sobre una boca, que no bebía ya de un sentido agotado.
Abrió los ojos. Llevó su mano al pecho y dijo:
Oídme.
Nadie oyó nada. Una sonrisa oscura veladamente puso su dulce
             máscara
sobre el rostro, borrándolo.
Un soplo sonó. Oídme. Todos, todos pusieron su delicado oído.
Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.   

Vicente Aleixandre


Muchacha sola

Esa muchacha se caía
de sus ojos.

Iba y veía en sus ojos sin viento
con los pasos más torpes..

Clavada en cruz su intimidad
desarropaba su esplendor.
Su cabello era un nudo olvidado.
Su brazo, un ala rota
con pesadillas de ternura.

Esa muchacha se caía de sus ojos
empecinadamente celestes.

Bajo la luz revertía un nombre
un sueño.
Hacía memoria.

Y pendían  lentamente con ordenada
simplicidad, el sueño,
el nombre,
los sonidos,
los ecos.

Esa muchacha deliraba silencios.
Silencios.
Trepaba y se caía de sus ojos
cada vez más altos,
cada vez más celestes.

Y sólo entendía la fugacidad
del tiempo,
la implementación de las cosas perdidas,
el gruñido del mar,
las 'palabras que a veces dispersa la tarde.

Alfredo A. De Cicco



Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada. 

Walt Whitman 





Escribir tu silencio sobre el agua


                           Sólo florece el agua que está queda
                    
                                                 MIGUEL DE UNAMUNO
No sé si es sombra en el cristal, si es sólo
calor que empaña un brillo; nadie sabe
si es de vuelo este pájaro o de llanto;
nadie le oprime con su mano, nunca
le he sentido latir, y está cayendo
como sombra de lluvia, dentro y dulce,
del bosque de la sangre, hasta dejarla
casi acuñada y vegetal, tranquila.
No sé, siempre es así, tu voz me llega
como el aire de Marzo en un espejo,
como el paso que mueve una cortina
detrás de la mirada; ya me siento
oscuro y casi andado; no sé cómo
voy a llegar, buscándote, hasta el centro
de nuestro corazón, y allí decirte,
madre, que yo he de hacer en tanto viva,
que no te quedes huérfana de hijo,
que no te quedes sola allá en tu cielo,
que no te falte yo como me faltas.

Luis Rosales








aniversario


“la tierra no es redonda
es un patio cuadrado
donde giran los hombres
bajo un cielo de estaño---“
marcos ana


te escribo desde el bar
de una villa miseria de mi gran buenos aires
no es el cuadro castrado de horizontes
de la cárcel de ana
es el espacio abierto destrozado
por casillas oscuras
torvas
amontonadas
para enfrentar los vientos y las iras
de los buenos vecinos
es de noche y te escribo
desde el bar
dos caballetes tablas cuatro sillas pajizas
bar
brincan alrededor chiquilines descalzos
curtidos barrigones y de piernas arqueadas
son flacos pero fuertes
musita el bolichero con un dejo de orgullo
y es cierto
los débiles se han ido en rachas sucesivas
de diarrea estival
son
los sobrevivientes
se acercan y me piden un poco de mi vino
pienso
que se ignoran parientes consanguíneos
del fondo monetario y del eximport bank
y no han oído nunca
decir
subdesarrollo
psicoanálisis
champú ni arte madí
pero tienen los brazos finos como cordeles
y muestran las costillas
como un barco de adentro
se acercan
y les doy de mi vino
áspero
me dan las gracias diga y se alejan corriendo
abur
por el rabo del ojo estudio a mis vecinos
cuál me pregunto
cuál será el buen jesús
incógnito correo
del amor y la gracia
divina
cuál
acaso aquel barbudo formoseño borracho
que asemeja un lapacho con claveles del aire
o este santafecino de manos gigantescas
que aún añora el hacha
de su bosque chaqueño
o el correntino estévez silencioso y huraño
felino como un puma sobre sus alpargatas
de soga
la duda que perdura me carcome hasta el alma
cuál será
cuál será el buen jesús del amor y la gracia
cuál
no puede andar muy lejos en este fausto día
no
al despuntar el año en la villa miseria
las sombras del farol recortan los semblantes
y ahora parecen todos tallados a cuchillo
seco
a lo lejos se ven los tachos en la cola
del agua
una sola canilla para toda la villa
a qué más
mis amigos trabajan
a veces y salteado
por ciclos
por durar
como en la tierra hostil abandonada
ayer
pero la gran ciudad les abre una esperanza
como un celeste crédito en su libreta negra
todos mandan sus hijos
a la escuela de lata y de cartón
y en la sala de guardia los vacunan
gratis
este olor agridulce
no es loción de parís
por las zanjas abiertas
van las aguas servidas
que a veces se detienen a reflejar la luna
los perros y los chicos juegan y duermen juntos
una seria chiquilla de ojos negros inmensos
pasea su muñeca coja de pelo rubio
y también su embarazo
de seis meses
cuál será
cuál será el buen jesús
señor de los humildes
nacido en un pesebre
mil novecientos
sesenta y tres
años ha
para reconstruir su natalicio
nada le faltaría en esta villa
salvo los reyes magos
la mirra y el incienso
mientras miro perplejo a todos mis vecinos
me sigo preguntando
cuál será el buen jesús
señor de la bondad
con su látigo listo frente a los mercaderes
cuál
será
hace mucho me angustia una sospecha leve
hace mucho
tal vez el buen jesús
el que partiera el pan en casa de los pobres
y compartiera el vino reservando su cédula
de identidad
tal vez el buen jesús ya se nos haya muerto
esta vez
los malvados lo habrán crucificado
en un monte cualquiera
siniestro y tenebroso
rumio en silencio
mi certidumbre
sin palabras inútiles
lo sé
ya nada puede hacer
el buen jesús
ya nada
definitivamente
más confianza le tengo a loa dos puños
del hachero chaqueño
o al cuchillo de monte cuyo cabo
le brilla en la cintura al correntino
estévez
por mi parte
para probar que existo
te envío desde el bar mi saludo augural

desde aquella europa
rubia y descascarada
vigílame estas villas de mi tierra natal
sábelo
como otrora del verbo de jesús
de ellos saldrá algún día
la justicia
y el resplandor los cegará allá lejos
no lo dudes
pronto nacerá el año
nuevo
ya que aquí no hay campanas
repicarán las ollas y sartenes
estallarán petardos y ascenderán cañotas
voladoras
los músicos
cantarán villancicos fervorosos e ingenuos
en honor del señor
y yo
entretanto
te digo mi esperanza desde el bar
espero y tengo fe en que el año nuevo
que ya está por llegar
otro destino alumbre
sin miseria y sin cárcel
para el pueblo olvidado
de mis villas miseria

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Algo sobre la muerte del Mayor Sabines


I

Me acostumbre a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza,
no eras distinto a mi, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.

Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa, y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.

Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el alma, abierto el pecho.

Ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis hijos y mis días y me aflijo

II


Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estarse en todas partes en secreto.

Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer, igual que un feto.

Apagarse es morir, lento y aprisa,
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.

Jaime Sabines


Algún día


Algún día escribiré un poema
que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.

Algún día te escribiré un poema sin pájaros
ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.

Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar
los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.

Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré
un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.


Darío Jaramillo Agudelo

Aire durando


¿Quién ha matado este hombre
que a su vez no está enterrado?

Hay muertos que van subiendo
cuando más su ataúd baja...

Este sudor...¿por quién muere?
¿por qué cosa muere un pobre?

¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!

Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...

¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?

Hay muertos como raíces
que hundidas...dan fruto al ala.

¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?

Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja...

                            
Camina

Camina el jefe del pueblo

después de beber café.
Y una voz que no se ve,
grita al oído:
-Mire,.  jefe, que hay un hombre
que allí está herido-

-Lo sé.

Camina el jefe del pueblo
después de beber café.

Y vuelve la voz y dice:
-Jefe, que un hombre no ve
tiene llanto entre los ojos,
y tiene plomo en los pies.

-Lo sé.

Sigue caminando el jefe
después de beber café.
Y la misma voz le grita:
-Murió un hombre allí de sed.
¿Que haremos ahora, jefe?

-Que haga pronto el hoyo usted.

Y el jefe sigue su rumbo,
pero también
el jefe sigue pensando...

Piensa sólo a qué hora es
la otra taza

de café.

                                          Manuel del Cabral

 

Carta a Mozart


A veces, sobre todo de noche, suelo pensar que si
        no fuera usted el que está muerto, tendría que
       estarlo yo sin más remedio,
pues siempre el tiempo, esta chorrera de memorias,
           o sea ese océano de por medio.
impiden que podamos compartir la misma mesa, la
             misma madrugada,
la misma caminata junto a un río, este río,
              cualquier río,
ya sea el Rhin que no conozco, o el de La Plata. el más
              ancho del mundo.
donde a veces tiro mis líneas para pescar bagres
               oscuros y pobres como todo lo nuestro.
Creo que hay diferencias entre nosotros que mejor
             dejarlas como están,
usted jamás sobreviviría a este clima, en fin, este
             verano,
la humedad, que es lo que aquí mata, nunca le inspiraría
               el menor divertimento.
Por mi parte, aunque emocionado por sus mejores oboes,
              flautas y violines,
yo no dejo de sospechar que sólo en el fondo del río y nunca en
               su corriente, usted podría encontrar el silencio necesario
para que sus condes y marquesas le hagan audiencia,
               tosan con disimulo, se abaniquen quedamente.
Nosotros, en cambio, del fondo del río sólo rescatamos
                bagres y bogas, que ni siquiera sus infinitas melodías
                nos amansan.
Somos resentidos, Herr Wolfgang, nadie de esta tierra
               podrá perdonarle
que a los cuatro años usted definiera su vida sentándose al
               piano para siempre.




Segunda carta a Mozart


Perdóneme que insista Herr Wolfgand, pero es tremendo,
        mis vecinos no saben de usted,
lo relacionan vagamente con un niño prodigio y una radio
        que nunca sintonizan,
una música que sólo oyen involuntariamente, “en cadena”,
        cuando algún salvador de la patria se muere o los
        marqueses asaltan el poder.
Hasta yo que le escucho y que una vez creí reconocerlo al
        estallar la primavera,
debo escribirle mientras todos duermen, soñarlo en voz baja,
como si el silencio fuera el único puente entre nosotros,
como si solo pudiera abrirle mi corazón en la medida en que
         cierro puertas y ventanas,
en la medida en que mi corazón pensativo se abre para
        adentro como un pozo en la noche.
Yo no sé muy bien, Herr Wolfgang, cómo salir de algo tan
         injusto,
pero si el corazón se vuelve como un pozo uno termina como usted
       se encuentra ahora:
en paz, definitivamente, en paz, pero tirado a lo largo como
         un reguero de cenizas que ya ni el viento conmueve.
Por eso es que a veces pasan semanas y semanas sin que
         ponga sus discos ni le escriba:
lo que usted me dice por ahora no tengo a quién ni cómo
     transmitirlo y lo que pueda contarle tengo miedo
     que sólo alimente fantasmas, visiones de ultratumba,
      kleines serenatas nocturnas.
Por eso Herr EWolfgang, siento que hay un tiempo que
        todavía no ha llegado, llegará, no lo dudo, pero
        ahora,  para nosotros es urgente decidir si acá o allá,
         ayer o mañana, si hoy o nunca.
El verano en Buenos Aires aprieta mucho más que su lápida,
         mucho más que su mortaja,
y cuando digo el verano, le ruego que me entienda, aquí no
       siempre nos dejan llamar a las cosas por su nombre.

                                                                        Alberto Szpunberg



Sol de polen


Hablaré del AMOR
           Salió a besar la vida.
Apetitosos ojos juveniles entraron al paisaje.
América .lucía...seductora:
Acampanado verde era el follaje.
Salió a besar vayasaber qué vida,
qué júbilo terrestre de la aurora,
tal vez, cabe pensar, salió a buscarse,
tan recién, tan de labios a la brisa,
tan devorado sandokán de historias
que al final, se lo tragó el paisaje.

                       Sólo hablo del AMOR
                                               Salió a curar heridas.
Una alquimia dispersa y redentora le abanicaba el rastro.
Cierto temblor cutáneo de su pueblo
extrangulado a sílabas,
rasgó su corazón como un zarpazo.
           Iba a curar, soñándose.
en algún leprosario olvidó los apuntes
con manos tan abiertas sólo se lleva vuelo
y dio a la tempestad desde lo adverso
por el disturbio de las voces que querían
                  -Sólo hablo del AMOR-
El beso universal fondeó la vida,
cavó las madrigueras donde el odio
regurgita estertores la flema del espanto
         y fue a la tempestad
                   amable
                           amando
                                   vasto!


Ya no volvió a mirar las serranías primeras
sus maternales tierras.
      Ya, ¡El Faro de la Isla!
 Asia       África...           ¡Ya Bolivia!
Ya insolente vendaval humano
olivar cabalgando en la tormenta
     el rayo de la infamia en su frente
y en cinco llantos nos besó una estrella.

                     Sólo hablo del AMOR
porque el Amor es esto,
ésto que me parece cuando tiemblo
cuando siento que llega
se aproxima a un brazo del asombro
descuelga su sonrisa un ¡VENCEREMOS!
dulcifica, conjura la impaciencia;
como puedo lo invento en los portones
lo llevo a las veredas
donde acecha el vuelo enardecido de la rosa
         y si hablo al AMOR no es otra cosa,
                desprendimiento, ubre de tibieza,
latir en otros
aniquilar de veras el gusano burgués que nos consume
entender la ecuación trascendiendo la regla
         ¿¡Y quién le toca boina a tal entrega!?
¿Quién libera la brisa con labios afiebrados
si la revolución sucede hembra?

¿Un hombre es más que un hombre cuando lucha!
              ¡Ay del AMOR!
                y de ÉL AMOR
guerrillero, poeta, soñador
No mitigó el asma
ni abrevó el zumo del esfuerzo.

      Yo, que empezaba a mirar cuando le dieron
con ojos juveniles,
recurro a estos escritos
dispongo de mis huesos,
me avergüenzo ante mí, únicamente,
por lo peyorativo de mis ecos.
Con errores y aciertos hocico la derrota,
cargo sólo un “se equivocó”...mezquino,
llevo abiertas las grietas de la duda.
          Envinado de sol por la hendidura
               carnosa
                    de mi gente que se apuña
            traigo un CHE
                  que me crece y se prolonga
desde la nervadura del sonido
                Otros GUEVARA suelen por mi sombra
                        dejo un ¡PRESENTE! con olor a lluvia
                             y disparo ternura, por ahora.

                                                       Héctor Celano



EL GOZANTE

Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
se iría enloquecido de eternidad,
húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy
leña
y miro por los ojos de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mi nacen los gérmenes de todas las semillas y los riego con rocío.
Sé que en este momento, dentro de mí,
nace el viento como un enardecido río de uñas y de
agua.
Dentro del monte yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me corona con flores blancas
y me bebo esa leche como si fuera el niño más viejo
de la tierra.
De cara al infinito
siento que pone huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja, digo, si esperase un momento,
puedo dejar que encima de mis ingles
amamante la luna sus colmillos pequeños.
Zorros la cola como cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas
yararás despielándose,
acatancas rodando la bosta de su mundo,
todo eso está en mis ojos que ven mi propia triste
nada y mi alegría.
Después, si ya estoy muerto,
échenme arena y agua. Así regreso.

                                               Manuel J. Castilla






Hay un hombre en el campo



Hay un hombre en el campo. (Huele a octubre,

huele a lluvia la tarde.) Sobre el campo

un hombre solo yergue, torpemente

su traje de tristezas arrugado.



Va palpando los pinos, las encinas,

el verdelento de los álamos.

Va acariciando el polvo mismo.

(Huele la tarde a llanto, a llanto, a llanto.)



Hay en el cielo un como casi malva

arcángel que respira negros pájaros,

un como casi niño que agoniza

su corazón desordenado.



Un hombre va arañando los caminos.

Otoño se desborda de su vaso

y abre sus anchas alas de ceniza

sobre sus hombros apagados.



Un hombre va escarbando con las uñas

y a dentelladas va arrancando

la piel del mundo y sólo encuentra un tiempo

interminablemente largo.



Una turbia campana tañe a siglos.

(Huele a dolor.) Hacia el ocaso

un hombre solo avanza lentamente

con una lágrima en la mano.


                                             Carlos Murciano








La gotera





La gotera caía

sobre el pan,

sobre el tiempo.

La gotera caía como salmo insensato,

como loca aleluya,

como lento gorjeo,

como un aria indecisa.

Y la gotera hablaba en medio de la noche,

era un ala que rozaba los días.

La gotera caía como terca amenaza,

se metía hacia adentro,

en la médula misma,

en el cogollo herido,

en las uñas dormidas,

en el cuaderno niño entre las letras,

adentro de la pulpa,

adentro de la vida.



La gotera caía

sobre el pan,

sobre el tiempo.


                               Máximo simpson